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La Santa Fe lo llevó al cielo

De visitante, y con autoridad, Central goleó 3-0 a Colón y es el único líder de la Zona 1. El equipo del Chacho Coudet fue una máquina.

Si la antigua publicidad llamaba a tomarse cinco minutos para un té, a Central le alcanzaron 6' para encontrarle la punta del ovillo a su visita a Colón. Marcelo Larrondo jugó de enganche,  Marco Ruben hizo de puntero y, después de un rodeo, tiró un centro propio de un wing: Giovani Lo Celso, enlace por naturaleza, entró de centrodelantero y, con un bombazo, estableció la primera diferencia de la tarde del Cementerio de los Elefantes. El cambio de roles no fue una circunstancia. Es parte del ADN futbolero del Canalla del Chacho Coudet que, gracias a su Santa Fe, sumó un triunfo clave y se colgó de la soledad de la punta, en la zona 1 del torneo. Ese primer tanto le alcanzó a la visita para mostrar sus credenciales. Y, de ahí en más, el Colón de Darío Franco, de irregular andar, no tuvo respuestas ante una superioridad manifiesta. De punta a punta, entonces, lo ganó Central. Y no sólo por el reloj. En la cancha, la visita copó todos los sectores. Primero, desde la presencia de Alejandro Donatti y Javier Pinola para achicar líneas y ganar espacios; después, por la capacidad para el corte de Damián Musto y, del medio para arriba, gracias a la amenaza siempre latente que representan los implacables Larrondo y Ruben. Fue el propio Marco, en el amanecer del complemento, el encargado de sepultar cualquier atisbo de reacción en el local. Con una maniobra cargada de clase y surtida de potencia, el goleador sacó un bombazo desde afuera del área y empezó a liquidar la historia. Al cuento le quedaban capítulos pero fueron todos en el mismo sentido. Una especie de refuerzo para la teoría. A Larrondo, el otro demonio Canalla, le hicieron el penal que Ruben, otra vez, canjeó por gol para estirar las distancias. Distancias que quedaron plasmadas en el terreno de juego. Central lo ganó en todos los aspectos. Por la presencia para mandar en la gala y por la prepotencia futbolera para convertir su predominio territorial en una sensación de peligro permanente. Con el asunto resuelto, Coudet metió mano y cambió para cuidar las piernas más cansadas. El Canalla redescubrió la alegría en la casa de Colón y, después de dos pardas, volvió a mostrar las uñas. Está arriba y tiene derecho a ilusionarse.



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