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Cuando el Estado está contra los trabajadores

Cada partido que se juega en el Ministerio de Trabajo termina con la cancha inclinada hacia el lado empresario.

Si los trabajadores ya no van "hasta la victoria, siempre", por lo menos que saquen un empate. Pero ni eso. Cada partido que se juega en el Ministerio de Trabajo termina con la cancha inclinada hacia el lado empresario. Y el árbitro, de tan parcial, termina sonrojando hasta la memoria del mítico William Boo.

Marche un telebeam para lo ocurrido en Infobae. Un jueves se conoce el despido de una compañera. De inmediato, la Comisión Interna del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) organiza una asamblea en la que se resuelve un paro de cuatro horas el viernes, otro similar el sábado y decide que, de no ser reincorporada la compañera, harán una huelga de 24 horas el lunes. La empresa acude al Ministerio de Trabajo. Pide que se dicte la conciliación obligatoria y que se mantenga el despido. La representación sindical plantea que todo puede discutirse pero, como se dice en la jerga, "con la compañera adentro". Juega el Ministerio. Y patea en contra de los trabajadores. De manera insólita, dicta la conciliación sin hacer referencia al despido. En el acta que suscribe la Subsecretaría de Relaciones Laborales no se nombra el despido. La compañera vuelve a desaparecer. De su empleo, primero, en las dependencias oficiales, después. La resolución se toma con los argumentos presentados por la empresa. Si pedir que se cuide al trabajador suena utópico, por lo menos se solicita una tregua: yo no hago medidas de fuerza, pero que ellos retrotraigan el despido. Tampoco. Gol para la patronal. Y con la mano.

Juegan contra 12 también los compañeros de Página. Al rival lo fortalece, cuando no, la cartera laboral. Vienen haciendo medidas de fuerza que no comprometen la salida del diario. El Ministerio cobra penal y patea a la vez. Le da a la empresa la conciliación obligatoria cuando la asamblea ni siquiera resolvió medidas más severas. Algo así como "conciliación preventiva". Te expulso por las dudas.

No es que de repente en las oficinas de la avenida Alem los funcionarios hayan cambiado de camiseta. La táctica se repite. El Canal 26 perdió 50 puestos de trabajo en diez meses. Echan por goteo. Cada vez que un despedido va al Ministerio a denunciar el problema, recibe una contestación que debiera asombrar, y no: "¿Conflicto? ¿Qué conflicto?".

Son los dueños de la pelota. Un estudio de la CTA denuncia, entre otras cosas, que los trabajadores se están yendo a la B. En Jujuy, obreros del Ingenio Ledesma que participaban de una medida de fuerza en la ruta fueron sancionados con 6000 pesos de multa por decisión del gobernador Gerardo Morales. El Ministerio de Educación de esa provincia como su par bonaerense elaboraron listas de docentes que participan en paros. En Santa Cruz se limitó por ley el derecho a huelga de los maestros, el Ministerio de Justicia de Córdoba prohíbe medidas de fuerza durante la jornada laboral. Sólo en el último trimestre hubo 20 episodios contra la organización de los trabajadores: desafueros, persecución a delegados, despidos discriminatorios y negativa patronal a reinstalar a representantes sindicales incluso habiendo orden judicial.

Hay un "nosotros" y un "ellos", ya se sabe. Para paliar esa tensión, ese desequilibro de fuerza, debiera existir el Estado. ¿Qué hacer cuando el Estado es también el rival? No abandonar. Juntar al equipo y meter con lealtad, sabiendo que el "laburante", como la pelota, no se mancha. 



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