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Bolsonaro habló dos minutos y dejó flotando una amenaza

Volvió a evitar un reconocimiento de su derrota ante Lula y justificó las protestas que sus fanáticos realizan en todo el país y que piden un golpe institucional.

Télam
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Después de 48 horas de haber perdido la segunda vuelta de las elecciones presidenciales frente a Lula da Silva, el mandatario Jair Bolsonaro finalmente salió a hablar, pero lo hizo durante solo 120 segundos y volvió a dejar pasar la oportunidad de reconocer en público la derrota electoral. Aunque sí aprovechó para dejar flotando una amenaza sobre la paz del hermano país al justificar a sus fanáticos, que piden un golpe.

En un brevísimo discurso en el Palacio de la Alvorada, el dirigente de ultraderecha aseguró que respetará la Constitución.

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Desde la residencia presidencial, Bolsonaro justificó la ola de protestas violentas llevadas adelante por sus seguidores, que en los últimos dos días cortaron más de 220 rutas de Brasil, quemaron gomas y en algunos casos amenazaron con armas de fuego a quienes se oponían a su actitud desestabilizadora.

Los bolsonaristas aseguran que hubo fraude en los comicios que perdió su líder y piden abiertamente un golpe contra las instituciones.

"Mientras sigo siendo Presidente y ciudadano siempre jugaré dentro de la Constitución", afirmó el jefe de Estado, primero en la historia democrática de Brasil en perder una reelección, algo similar a lo que ocurrió con Mauricio Macri y su por ahora frustrado segundo tiempo. 

"Los actuales movimientos populares son fruto de la indignación y el sentimiento de injusticia de como se dio el proceso electoral", señaló Bolsonaro para justificar a sus fanáticos tal como hizo cuando justificó en tiempos de Covid-19 a los antivacunas y conspiranoicos de la pandemia.

"Las manifestaciones pacíficas son bienvenidas, pero nuestros métodos no pueden ser los de la izquierda, que siempre perjudicaron a la población, como invasión de propiedades, destrucción del patrimonio y cercenamiento del derecho de ir y venir", dijo también como para poner un límite.

En ese sentido, Bolsonaro agradeció los 58 millones de votos recibidos y dijo que es un "honor ser el líder de millones de brasileños que defienden la libertad religiosa, la libertad económica, la libertad de opinión y la honestidad de los colores de nuestra bandera".

A su lado estaba el jefe de gabinete, Ciro Nogueira, quien anunció que el jueves comenzará la transición con el equipo de campaña de Lula, que designó para esa misión al vicepresidente electo, Geraldo Alckmin.

El pronunciamiento ocurrió luego de más de 12 horas en las cuales manifestantes cortaron rutas en 10 estados, generaron trastornos en las rutas, desabastecimineto en algunas ciudades y un muerto en un accidente en el estado de Mato Grosso do Sul.

"La derecha -aseguró el presidente- surgió de verdad en nuestro país. Nuestra robusta representación en el Congreso muestra la fuerza de nuestros valores: Dios Patria, Familia y Libertad. Formamos varios liderazgos en el país, nuestros sueños siguen más vivos que nunca y estamos por el orden y el progreso".

El derrotado mandatario se victimizó al decir que está en inferioridad de condiciones que otros sectores políticos: "Enfrentando a todo el sistema superamos una pandemia y las consecuencias de una guerra. Siempre fui rotulado de antidemocrático y, al contrario de mis acusadores, siempre jugué dentro de la Constitución. Nunca hablé en controlar o censurar a los medios ni las redes sociales", dijo, supuestamente acusando a Lula de esas acciones.

El pronunciamiento de Bolsonaro tras la primera derrota de su carrera política (desde 1990 fue elegido ininterrumpidamente diputado y en 2018 fue electo presidente) ocurre en medio del caos generado por sus seguidores más radicales.

Este movimiento generó que perdiera a dos días de su derrota a los gobernadores aliados en San Pablo, Rio de Janeiro y Minas Gerais, que repudiaron los cortes de rutas y pidieron a las personas derrotadas por Lula reconocer el resultado de la elección.

Sobre todo porque la justicia acusó de conniventes a sectores de la Policía Caminera Federal, donde posee lotes de poder el senador Flavio Bolsonaro, hijo del presidente, por evitar sacar de las rutas a los manifestantes y además ser vistos felicitando a los ultraderechistas.

Las asociaciones y entidades de camioneros condenaron las acciones. Bolsonaro, antes de las elecciones, entregó ayudas sociales de 1200 dólares, en cinco cuotas, a los transportistas autónomos y taxistas, dos de los sectores que más lo respaldan.

A la falta de soluciones dadas por la policía caminera, el juez supremo Alexandre de Moraes determino que las policías provinciales puedan actuar para despejar las rutas federales, algo que hicieron los gobernadores Rodrigo García, de San Pablo; Claudio Castro, de Rio, y Romeu Zema, de Minas Gerais.

Las elecciones del domingo fueron las más ajustadas de la historia después de una campaña violenta, con el líder del PT con 50,9% de los votos ante el 49,1% del actual mandatario.



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