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Escuela de Herrería Lesbiana: un espacio que enseña a mujeres y comunidad LGBTIQ+

El nombre del lugar "hace que no tengamos que aclarar nada. Si estás de la puerta para acá, sabés que somos lesbianas. Y no hay que ser lesbiana para venir. Es nuestro espacio. Hay códigos que no se transgreden, que son válidos en otros espacios de oficios, pero acá no", sostienen lxs integrantes.

Forjar hierros en un taller, entre chispazos de amoladoras, con guantes y máscaras de protección, es una escena que remite a un oficio de varones por esa construcción social en proceso de cambio que divide aún los trabajos según los sexos. Sin embargo, se trata de un escenario que es transformado en la Escuela de Herrería Lesbiana creada para mujeres y LGBTIQ+, y que, pandemia mediante, incorporó también a varones a este ambiente disidente.

El nombre del lugar "hace que no tengamos que aclarar nada. Si estás de la puerta para acá, sabés que somos lesbianas. Y no hay que ser lesbiana para venir. Es nuestro espacio. Hay códigos que no se transgreden, que son válidos en otros espacios de oficios, pero acá no. Es un guiño al interior de la comunidad LGBTIQ+, donde le decimos acá está todo bien con vos. Y si no sos de la comunidad tenés que respetar ciertos códigos", dice Maia Venturini o, en rigor, Sz como gusta que se la nombre, directora de la escuela.

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La charla con Télam es luego de terminar una de sus clases, en el taller ubicado en el barrio porteño de Villa Devoto. Allí el ruido es intenso y los colores de las chispas encandilan, mientras Sz recorre las mesas de trabajo de las personas que practican herrería en este horario de jueves al anochecer. En un extremo del taller está Ileana, de 50 años, en su cuarta clase de un oficio que dice, la intriga.

Ella está fabricando una estufa rocket en un proceso "de mucha práctica que me gusta, porque era un pendiente el construir, y acá estoy". Leonardo se levanta su máscara y cuenta que ya viene a la escuela desde el año pasado. Ahora, con un termotanque en desuso que encontró en la calle, está haciendo un horno a leña.

"Es mi proyecto, es mi hobby" define este arquitecto de 45 años, que trabaja en el mantenimiento del edificio del Archivo de la Memoria, y que ahora se relaciona de otra manera con los operarios por los conocimientos en herrería que va adquiriendo.

La escuela se fue haciendo al andar. El 3 de marzo de 2018 es la fecha que Sz elige como inicio del proceso, que inició con talleres gratuitos los domingos orientados a mujeres y LGBTIQ+, y que siguió en 2019, ya con doble turno. Para 2020 ya había tres turnos de talleres y llegó la pandemia.

"En ese momento comencé a dar 'vivos' de Instagram pensando en bancar a la gente aburrida y angustiada que estaba en su casa, era para hacerles el aguante, no los pensaba como clases de herrería. Pero pasaron unas semanas y tuve feedback de gente que estaba aprendiendo, por eso mantengo eso vivos", comparte la herrera.

En la cuenta de IG @escueladeherrerialesbiana también hay herregrafías -infografías sobre herrería- con diseños y materiales y herramientas recomendadas para el trabajo. Fue a través de las redes sociales que la escuela se popularizó: "Nos empezó a conocer todo el mundo", reconoce la directora, y cuenta que "viene gente muy distinta. Antes de la pandemia, casi todas eran mujeres y lesbianas, y quizás un 1% de varones. Ahora, hay mujeres y varones heterosexuales y de la comunidad LGBTIQ+, pero está muy repartido".

Para Laura, de 45 años, esta es su tercera clase. Es editora de cine y TV, y "era un pendiente en mi vida hacer herrería", comparte, y se reconoce "muy feliz" de su decisión, mientras avanza en la construcción de una mesa de trabajo. En el taller está todo lo necesario para trabajar: mesas, amoladoras, discos, morsas, tubos, entre otros elementos, y una pared con herramientas varias. A Pome, de 23 años, el entusiasmo se le nota, y tiene que ver con distintos factores.

Por un lado, valora "este espacio disidente. En la primera clase éramos todas mujeres aprendiendo herrería, había dos bomberas, además. Acá puedo preguntarle a un varón y no sentirme atacada, es un lugar con ganas de enseñar y compartir. Es para sentirte más cómode, y también para equivocarse, y no intimidarse", define, mientras avanza en la fabricación de un fogonero.

Por otro lado, está su gusto por la herrería "como oficio con el que puedo trabajar con cosas de la calle, reciclar, recircular las cosas. Me encantaría trabajar de esto y darle una mirada artística". "Es un mundo enorme y hermoso", destaca esta alumna, que va por su primer proyecto con hierro. La escuela tiene la impronta de su creadora Maia Venturino (Sz) que siempre jugó con las herramientas de su papá, que en la adolescencia hizo un curso de carpintería y que en su veinti tuvo una crisis con su profesión de programadora de computadoras.

Ella es de Bariloche, donde comenzó "a golpear puertas de gente que sabía que soldaba y me la abrió un chapista que se apiadó de mí", recuerda. Luego hizo un curso en Buenos Aires, y más tarde vivió en una comunidad de Capilla del Monte, en Córdoba, donde fue ayudante de un herrero. Hecho el proceso, tuvo la certeza de que podía abrir un taller, y comenzó haciendo muebles en hierro y madera.

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A partir de 2018 comienza la etapa de compartir lo aprendido y ahora sólo se dedica a enseñar herrería. Del taller dominical inicial pasó ahora a tener seis grupos de cinco personas cada uno, con avidez de forjar hierros. El curso inicial de cuatro clases es gratuito para personas menores de 28 años y LGBTIQ+. "Pensé en ofrecer este espacio a gente de la comunidad LGBTIQ+ desde 2018, que era mediados del gobierno de Macri (Mauricio, presidente de Argentina entre 2015 y 2019) y la situación de la gente estaba muy precarizada, entonces pensé en abrir una puerta para un laburo con nuevas oportunidades", explica Sz.

Cree que "cuesta que la gente se apropie del oficio, pero está empezando a pasar", considerando que parte del proyecto creció y se sostuvo en pandemia gracias a sus clases virtuales. El disfrute entre chispazos de quienes cursan en la Escuela de Herrería Lesbiana es notable. Hay una frase de cabecera escrita en la pared que muestra el espíritu del lugar: The essential thing is to work in a state of mind that approaches praye (Lo esencial es trabajar en un estado de ánimo que se acerque a la oración), del pintor Henri Matisse. Y la consigna se cumple y se ve en los hierros transformados en mesas, estufas, fogoneros y hornos.



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