PALABRERÍO | entrevista | escritor | Literatura | novelas

Martín Sancia Kawamichi: “A veces la tristeza adopta el camino del cinismo”

El prolífico escritor argentino charló con Infonews, en la última Feria de Editores, sobre sus flamantes novelas "Los setennautas" y "U.", su pasado como estudiante de cine y su experiencia al frente de talleres literarios, entre otros temas.

Martín Sancia Kawamichi.
Martín Sancia Kawamichi.

No caben dudas de que Martín Sancia Kawamichi es un rara avis de la literatura argentina. Esta creencia no está fundada, únicamente, en el estilo narrativo o la propuesta estética que pudiera desplegar en su condición de escritor. Aquí se está hablando (o se quiere hablar, mejor dicho) de un autor que elige ir a contramano de la impostura y la arrogancia exhibidas por muchos de sus colegas. Es imposible entrevistar a Sancia Kawamichi y no advertir su bondad y sencillez. Infonews lo comprobó en la última Feria de Editores, en donde tuvo la oportunidad de conversar con él sobre sus flamantes novelas “Los setennautas” (Indómita Luz) y “U.” (Evaristo Editorial), entre muchos otros temas. A continuación, la entrevista con una de las figuras más relevantes de los últimos años en la literatura nacional.   

Infonews: -¿Cómo nació “Los setennautas”?

Martín Sancia Kawamichi: -Yo estaba estudiando en un profesorado de lengua y apareció un hombre más grande que nosotros, que contaba anécdotas falsas sobre la última dictadura militar. Básicamente, el tipo exageraba su participación en la resistencia. Y a partir de esos relatos forjé la historia de “Los setennautas”. La escribí en un día, se la di a mis amigos y todo quedó ahí. Pero mucho tiempo después, Diego Ardiles, que estaba en este grupo de amigos, abre la editorial Indómita Luz y me propone publicar la novela. Y me gustó la idea, principalmente porque es un libro que está a medio camino; es decir, tiene una esencia progresista pero a la vez tiene cosas similares a una mirada de derecha. En este sentido, pensé que si la novela salía al amparo de una editorial con una clara posición política, uno ya sabría desde qué lugar leerla, y eso me dio cierta tranquilidad.


In:-Si bien la novela habla de la militancia en tiempos de la dictadura, puede advertirse que está escrita desde cierto desencanto con la política argentina de los noventa; ¿es así?

MSK: -Podría decirte que escribí “Los setennautas” desde el desencanto con la izquierda, más que nada. Yo había sido peronista, y dejé de serlo en la época de Menem, al toque, cuando se armó el Grupo de los Ocho. Ahí lo seguí a “Chacho” Álvarez, uno de sus integrantes, a quien le sigo teniendo cariño pero fue muy duro lo que hizo (sobre su renuncia a la Vicepresidencia durante el gobierno de De la Rúa). Incluso milité para la Alianza, pero después de esa experiencia me quedó un rechazo total, quedé sumamente decepcionado. En definitiva, la novela está escrita desde esa tristeza de no poder encontrarme políticamente, algo que es triste, porque yo solo creo en la salida política. Me daba mucha pena no poder sentirme representado políticamente. Y a veces la tristeza adopta el camino del cinismo, o de la parodia. Después, con la llegada del kirchnerismo, todo eso cambió.

"Los setennautas", la novela de Sancia Kawamichi editada por Indómita Luz. Foto: Infonews


In: -Pese a abordar cuestiones trágicas, la novela nunca renuncia al humor.

MSK: -Es una parodia sobre determinas posturas progresistas que no me van. Esto tiene que ver con algo que a mí me pasó: yo conocí mucha gente exiliada, gente pobre que se tuvo que exiliar en villas miserias, que tuvieron que abandonar su ámbito familiar y esconderse en otro lado. En alguna villa del interior o en algún barrio de La Matanza en donde se podían mimetizar con la gente. Y considero que esos exilios fueron tragados por la historia del exilio europeo, este fue el relato del exilio que se impuso. Pero también hubo otros exilios, hubo gente que no tuvo la oportunidad de irse lejos. Por lo tanto, en la novela quise de algún modo hablar de esa gente que se tiene que exiliar dentro del país, contar esa versión, ese tipo de exilio.

In: -También acaba de editarse “U.”, tu nueva novela. ¿De qué trata?    

MSK: -Es una novela que iba a salir en 2019, pero vino la pandemia de coronavirus y la editorial Evaristo decidió no sacarla porque no se podía hacerla circular. Después, más precisamente el año pasado, fue finalista del Premio Clarín, por lo que Damián Vives y Roxana Artal decidieron publicarla ahora. Lo que me propongo con esta novela es una inversión de la idea de lo siniestro. Ya no pensar que en lo cotidiano aparezca un elemento extraño y negativo que tiña con esa extrañeza todo lo demás, sino al contrario; me imaginé que en una cotidianeidad negativa surja un elemento extraño y positivo que en definitiva cubra con su extrañeza todo lo que tiene alrededor. Lo que cuento en “U.” es la historia de una mujer que está sometida por su pareja, por su marido que la golpea. Pero la novela comienza cuando él, misteriosamente, empieza a tratarla bien sin darle ningún tipo de explicaciones, como si fuera otro hombre. Todas las limitaciones que le imponía ahora se transforman en libertades. Ahora ella puede hacer lo que quiera, ya no la trata mal, se muestra como una especie de marido ideal pero nunca se hace cargo de lo que le hizo anteriormente, ni le pide perdón. Como si de golpe le hubieran cambiado las reglas, como si él le dijera: “Ahora te puedo maltratar hasta tratándote bien”. No es que el tipo cambia, sino que encuentra otra manera de someterla. En cierta forma, la arroja a un mundo aún más extraño que el de antes, donde ella ya no puede hacer pie. De eso trata la novela, que comienza el día que nieva en Buenos Aires.

"U.", la novela de Sancia Kawamichi editada por Evaristo Editorial. Foto: Infonews


In: -¿Solés tener la tentación de revisar tus libros una vez publicados o considerás esta práctica como un sacrilegio literario?  

MSK: -Yo no leo mis libros, básicamente porque siempre quiero cambiar algo. Solo lo hago cuando hay una posibilidad de reedición. Una vez me pasó una cosa ridícula, fue con mi novela “Shunga”, sobre la cultura japonesa (está agotada y ahora va a salir la cuarta edición). En la primera edición había un personaje que se llamaba “La durmiente”, así que obviamente, antes de eso, yo busqué la palabra japonesa para “La durmiente” y listo, me olvidé. Pero cuando está por salir la segunda edición de la novela, se me ocurre controlar si estaba bien la traducción; pongo la palabra japonesa que yo había usado para “La durmiente” y se me da por ver las imágenes: ¡eran durmientes de trenes! (se ríe). Así que en la segunda edición le cambié el nombre. Pero son cosas que te pasan, pese a que revisás y revisás y revisás. Aparte, siempre me da miedo encontrar cosas que querría cambiar, por eso prefiero no leerlas.


In: -¿Recordás la primera vez que llevaste un manuscrito a una editorial?

MSK: -Sí, la primera fue en una editorial grande, Random, que en ese momento era Sudamericana; una amiga dejó en la puerta un libro infantil de animales y me llamaron a los seis meses. En ese momento Sudamericana había decidido publicar a dos autores inéditos: uno fue Juan José Dimilta y el otro, yo. Así que empecé publicando libros infantiles, cuentos de fábulas de animales cortitos. Y después de eso no volví a editar; el libro tuvo buenas críticas pero no pasó nada, y no generé un interés porque me sigan publicando. A nadie le interesaba publicarme. Hasta que en el 2013 envié  a dos concursos, uno infantil y otro para adultos, y gané los dos. Uno fue el Premio Sigmar y el otro el Premio BAN de literatura negra. Con eso me pude mudar, comprar un piano. Y ahí ya empecé a publicar con continuidad, porque a partir de esa oportunidad yo ya tenía un montón escrito.


In: -¿Y después qué pasó?

MSK: -Bueno, el segundo gran espaldarazo fue cuando, en una lectura, se me acerca Damián Vives, que era experto en literatura japonesa, entre otras cosas. Muchos ya me habían dicho que le presentara a él mi novela “Hotaru”. Esta novela era sobre los años setenta pero en clave japonesa. Yo no quería que él la leyera porque pensaba que me iba a matar (se ríe). La cosa es que un día leo un cuento en un evento y él se me acerca y me dice: “Me voló la cabeza el cuento que leíste, te quiero editar. Mandame todos los cuentos que tengas.” Y yo no le envío nada, porque estaba seguro de que no le iban a gustar. A los dos o tres meses lo veo en una fiesta y me dice: “¿Y?”. Y ahí le conté que estaba escribiendo una novela y que quería mandársela. Me pregunta de qué trata, le cuento y quedo en mandársela. Solo le pido que me dé 15 días para corregirla. La cuestión es que en esas dos semanas, en realidad, me puse a escribir la novela, que es “Shunga”. Finalmente él decide sacarla por Evaristo Editorial en 2017, con tres tapas distintas (tres tapas de shunga, que es un tipo de grabado japonés). Y ahí fue encontrar, por primera vez, una editorial con la que me sentí identificado, sobre todo estéticamente.


In: -Además de escribir, das talleres literarios. ¿Cómo es esa experiencia?

MSK: -Empecé en la pandemia a dar talleres virtuales y enseguida descubrí que es algo que me encanta, principalmente porque conocí a gente inédita que escribe bárbaro. Me gusta mucho asistir al descubrimiento de una persona que no cree en sí misma, presenciar ese momento en el que alguien descubre que tiene talento para algo. Eso me maravilla. Hay clínicas de novelas y de cuentos, con grupos muy reducidos. Vivo de eso, realmente la docencia me fascina.

 
In: -También estudiaste cine.

MSK: -Sí, hace mucho estudié cine en el Cievyc, pero no me recibí porque era privada y no la pude pagar más. Cursé como tres años, pero no disfrutaba en absoluto del set de filmación, me parecía un lugar espantoso. Además, yo quería escribir, entonces en ese momento me sentía un escritor frustrado.


In: -¿Y no despuntaste el vicio de la escritura haciendo guiones?   

MSK: -Sí, pero enseguida me di cuenta que el guion era solo una etapa de la creación cinematográfica, no eras el dueño de la obra. Además, a los ojos de hoy, me pasó algo sumamente significativo: el día que termino de escribir mi primer cuento tenía un rodaje. ¡Y yo era el director! Llegué una hora y media tarde a mi propio rodaje. Ahí, obviamente, me di cuenta que lo mío era escribir. Adoro el cine pero no me siento un cineasta frustrado ni mucho menos, no quiero ser cineasta.


In: -¿Escribís en todo momento o con cierta intermitencia?

MSK: -Yo escribo cuando estoy contento, feliz o hecho mierda. Escribo mucho. Aprendí a escribir en un esquema de caos; puedo estar hablando con alguien y al mismo tiempo escribir. No necesito silencio. Eso sí, después me la paso corrigiendo. Pero la primera versión de una novela siempre es rápida; en una semana o quince días la termino, me tiene que llevar puesto.
 
In: -¿Qué escritores o escritoras te gustan?

MSK: -Soy fanático de Carlos Busqued, es una pena que se haya ido tan joven. También admiro a Borges, obviamente, y a Marechal, Onetti, Levrero y José Vargas.  


 

¿TE GUSTÓ ESTA NOTA?

SUMATE A INFONEWS

>CLICK AQUÍ<


 

             

 

     

         

     

                     

                            

 



Dejá tu comentario