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Una noche al palo de la mano de Mötley Crüe y Def Leppard

El hard rock y glam metal se unieron para dar un espectáculo increíble. Quién estuvo como apertura local y qué pasó con las lechuzas del parque, todo te lo contamos en esta reseña del show.

Y un buen día el destino, suponiendo que existe algo así realmente, te arroja a los pies, con la malicia del mejor lanzador de baseball de la MLB, una propuesta inesperada que te mantiene alerta, expectante: ¿Querés que la vida te sacuda? Sin saber que hubieran respondido –o tal vez imaginándolo—, los integrantes de Mötley Crüe y Def Leppard se presentaron anoche en Parque Sarmiento y mostraron ante el público vernáculo qué queda de estos músicos que atravesaron consumos problemáticos, excesos y problemas legales, accidentes y muertes de algunos compañeros de gira; que se asociaron para seguir rockeando, cada uno a su manera, en escenarios internacionales, a pesar de promediar 65 años de vida.  

The World Tour unió a estas dos históricas bandas de hard rock y glam metal (Def Leppard surgió en 1977 en Sheffield, Reino Unido; Mötley Crüe nació en 1981 en Los Angeles, Estados Unidos) para tocar en América latina y Europa. Por primera vez compartieron cartel en Argentina, pero sin el clima de festival que sí tuvieron durante su gira por Norteamérica, cuando rodaron junto a Poison, Joan Jett and The Blackhearts y Classless Act. En un día atípico por ser día laborable, y en un escenario poco frecuente para este tipo de espectáculos, unas 25 mil personas llegaron al parque porteño para rockearla y sacudir las pelucas: al menos, aquellos que conservan algo de pelo pisando la media década de vida. 

En la previa del show se disparó una disputa con organizaciones ambientalistas que pidieron sin éxito la relocalización del show para preservar a una comunidad de aves que viven en el predio donde se realizó el recital. "¡Se meten con las lechuzas vizcacheras de Parque Sarmiento porque es más importante hacer un recital!", "Sobran argumentos para NO hacerlo. Las lechus necesitan ayuda", "No hay necesidad de matarlas, no son amenazas, no molestan, son esenciales cómo depredadoras, es su hábitat", "Relocalicen el recital, hay muchos otros espacios adecuados para ello", fueron los argumentos del reclamo, al que adhirieron el Observatorio del Derecho de la Ciudad y la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria de la UBA. El Gobierno de la Ciudad fue denunciado por el Observatorio por habilitar el lugar para que se llevara a cabo el recital a cambio de un piso deportivo de goma deportiva valuado en 6 millones de pesos.   

Rata Blanca, la banda invitada nacional, salió a romper el hielo a las 19.30 y obtuvo el reconocimiento de los primeros metaleros que copaban el sector más cercano al escenario. Def Leppard abrió la sección internacional a las 20:30 con Take what you want, segundo sencillo de Diamond Star Halos, disco editado durante la pandemia y a distancia, con Joe Elliott cantando desde Irlanda, el bajista Rick Savage en Reino Unido, los guitarristas Phil Collen y Vivian Campbell y el baterista Rick Allen haciendo lo suyo desde Estados Unidos. 

Los de Sheffield se lucieron con un sonido ajustado y una entrega durante su presentación: todos sus integrantes —menos el baterista, claro— recorrieron el escenario y se ganaron, a medida que pasaban los minutos, el fervor de un público que parecía más interesado por escuchar y ver a “los chicos malos” de California. Joe Elliott, el vocalista, dueño de un registro preciso, impecable, fue un frontman que estuvo físicamente por encima de sus 64 años para lo que demanda un show de hora y media, en movimiento constante. 

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El set elegido tampoco defraudó: no faltaron Let it go, Foolin o Bringin’ On the Heartbreak, canciones con ese sonido clásico de la New Wave of British Heavy Metalque supimos conocer de la mano de los emblemáticos Iron Maiden, Motörhead y Judas Priest. La NWBHM convivió con Love bites, Animal o Hysteria, más cercanas a la etapa comercial y radiofónica de los británicos. Ese andamiaje musical se apoyó en la solidez del bajista Rick Savage, las prolijas guitarras de Phil Collen y Vivian Campbell, quien reemplazó en 1992 al fallecido Steve Clark, y la batería de Rick Allen. 

Wild side fue la canción que lanzó al escenario a un Mötley Crüe, en los papeles, el plato fuerte de la noche. Pero estuvieron lejos de la performance de aquel Pepsi Music de 2008, cuando, promediando el show, un diluvio universal se abatió sobre el Club Ciudad de Buenos Aires para ponerle mística a un show potente. Ya sin Mick Marsen la primera guitarra, que se alejó de las giras en octubre debido a su lucha contra la espondilitis anquilosante, una enfermedad degenerativa que afecta la columna vertebral, John 5, ex guitarrista de Marilyn Manson y Rob Zombie. 

En esta tercera visita al país, los californianos mostraron a un Vince Neil excedido de peso y con su voz por momentos errática, que no llegaba a los tonos altos, pero que se mantuvo hasta el final a diferencia de su presentación solista en el Boone Iowa River Valley Festival, de Estados Unidos, cuando tuvo que dejar el escenario antes de tiempo. 

La voz de Neil se sostuvo, en algunos pasajes del recital,gracias a la intervención de sus compañeros de gira y de dos chicas que reforzaban los coros, y que, durante Don’t go away mad, hicieron una perfomance en la que simulaban estar con las manos encadenadas. Representación difícil de digerir para los tiempos que corren. 

A la cosificación de las cantantes se sumó un comentario poco feliz del baterista Tommy Lee subido a sus redes sociales durante su estadía en Argentina: ¿Alguien sabe a qué hora termina el Día Internacional de la Mujer? Estoy hambriento, lanzó el 8 de marzo. En un momento del show, el mismo Tommy Lee abandonó la batería para pedirle a las chicas que estaban entre el público que se levantaran la ropa y mostraran las tetas. 

Se sabe, se trata de los Mötley Crüe, músicos que vivenciaron como pocos aquello de sexo, drogas y rock and roll y que coparon la pantalla de MTV acodados en barras de bar, rodeados por chicas que llevaban poca ropa, motos y autos lujosos. 

En la batería de canciones que desplegaron durante la hora y media de show, sonaron Shout at the Devil, Too Fast for Love, Looks That Kill, y los covers Rock and Roll, Part 2, Smokin’ in the Boys Room, Helter Skelter, Anarchy in the U.K., Blitzkrieg Bop, Home Sweet Home, Dr. Feelgood, Same Ol’ Situation, Girls, Girls, Girls, Primal Scream, y en el cierre, Kickstart My Hear. 

John 5 reemplazó a Mars y lo hizo en niveles que elevaron, en varios pasajes del show, algunas desprolijidades, afianzadas también por un uso del recurso audiovisual y las pantallas, sumado a una puesta artística con guiños a la estética desplegada por Alice Cooper en sus escenarios. Mötley Crüe pasó anoche por Argentina con el desparpajo y la irreverencia original, tal vez sin la estridencia de otros conciertos, pero dando lo que acostumbra: rock al palo y “mucha fiesta”. Y prometieron volver por más.

 

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