Bajo el objetivo de obtener datos estadísticos de calidad sobre las condiciones de vida de la población LGTBIQ+ de la Argentina, en particular en lo referido al ámbito económico y al mercado del trabajo, un equipo de más de 50 especialistas en diferentes disciplinas del campo de las ciencias sociales y las humanidades organizó el Primer Relevamiento Nacional de Condiciones de Vida de la Diversidad Sexual y Genérica en la Argentina.
El primer paso del proyecto es la encuesta, pero también implica otras acciones, como la realización de entrevistas cualitativas a referentes de distintos espacios; un mapeo a nivel nacional de las diferentes organizaciones, agrupaciones y espacios culturales referidas a la diversidad sexual y de género; y un relevamiento bibliográfico exhaustivo que buscará identificar y sistematizar las contribuciones que se hayan hecho hasta el momento sobre el tema. El proyecto cuenta con el financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), en un convenio con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, bajo la convocatoria PICTO- 2022 Género.
La encuesta puede completarse online y de forma anónima hasta el 31 de julio acá.
Encuesta nacional para conocer la calidad de vida de las personas LGBTIQ+
Hernán Manzelli, investigador del CONICET en el Centro de Estudios de Población (CENEP), y Hugo H. Rabbia, investigador del Consejo en el Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIPSI, CONICET-UNC), responden a algunas cuestiones vitales para comprender la utilidad del relevamiento.
¿Por qué es importante relevar las condiciones de vida a nivel nacional de la población LGTBIQ+?
Hernán Manzelli: Saber cuáles son las condiciones de vida de la población LGTBIQ+ del país, entendidas a partir de las inserciones ocupacionales, condiciones de vivienda, nivel educativo, ingresos, y demás, nos permite tener mayor información sobre la forma y situación en la que esta población vive. Es algo que en apariencia es básico de la población en su totalidad, o al menos, contamos ya con información general para orientarnos. De este colectivo, en cambio, no sabemos mucho. ¿Por qué? Porque las personas que lo conforman quedan invisibilizadas en la totalidad de población, en los datos que arroja el censo o las encuestas de hogares. En ese sentido, se vuelve apremiante poder contar con esta información, que será de gran valor al momento de definir políticas públicas específicas, fundadas en datos certeros y de calidad.
¿Sobre qué temáticas se indaga?
Hugo H. Rabbia: La encuesta indaga sobre diferentes temáticas. Por un lado, hay toda una serie de preguntas en torno a datos como edad, lugar de nacimiento, lugar de residencia actual, orientación sexual e identidad de género. Luego hay preguntas puntuales para reconstruir las condiciones de vida: nivel educativo, si tiene ocupación y qué tipo de inserción laboral; si no tiene, cuál fue su último trabajo y si está buscando; composición del hogar, condiciones de la vivienda, entre otras cuestiones. También se incluyen preguntas sobre discriminación por orientación sexual y/o identidad de género, redes de asistencia y espacios de sociabilidad, con qué recursos cuenta en caso de necesitar ayuda, y algunas preguntas sobre discapacidad, pertenencia a pueblos originarios y salud, entre otras. Se trata, como decimos, de una encuesta que va a arrojar datos que, a la luz del contraste con lo que sucede en la población en general, permite reconocer ciertas características específicas de esta población, al mismo tiempo que brinda información sobre problemáticas particulares que enfrentamos quienes formamos parte de estos colectivos.
¿Hay antecedentes similares de este tipo de relevamientos a nivel provincial o municipal? ¿A nivel internacional? ¿Se valen de estas experiencias?
H.M.: En cuanto a los antecedentes, es un mapa heterogéneo y complejo. Por un lado, ha habido relevamientos limitados a regiones específicas y/o a grupos puntuales dentro del colectivo en Argentina, sobre todo la población trans y no binarie. Por citar algunos casos, en las provincias de Misiones, Santa Fe, Jujuy, Córdoba o en los municipios de La Matanza, Villa María y Bariloche se han realizado encuestas sobre situación de vida de población trans. También destaca el estudio sobre la comunidad travesti argentina, que publicaron Berkins y Fernández bajo el nombre de La gesta del nombre propio, o incluso las encuestas apoyadas por CLAM que se realizaron en las marchas del orgullo y la diversidad Buenos Aires y Córdoba.
Son antecedentes muy relevantes, pero, de todos modos, la información sobre condiciones de vida, sobre aspectos materiales que hacen a la existencia de las personas, son limitados. Por ejemplo, si aparece la categoría “empleada” de una persona, no hay información sobre qué tipo de empleo tiene, porque es muy distinto ser empleada en un kiosco de barrio que ser empleada en una multinacional con una planta de 500 trabajadores. En otros casos, incluso, se han recogido datos, pero no han sido sistematizados o no se encuentran difundidos. A nivel internacional, en los últimos años se empezó a implementar este tipo de relevamientos utilizando estrategias virtuales, como sucedió en Reino Unido, en México, en Perú o en Uruguay. Esto permite garantizar el anonimato, que para poblaciones expuestas al estigma y a la violencia por ser quiénes son, es crucial. Al mismo tiempo, los medios virtuales nos permiten llegar a una mayor población para relevar lo que sucede en todos los puntos del país.
¿Quiénes pueden participar la encuesta? ¿Cómo?
H.H.R: Para poder completar el formulario, se requiere ser parte de la población LGTBIQ+ (y el más aquí es entendido en un sentido inclusivo, abierto), tener más de 16 años y residir en Argentina. De todos modos, todas las personas —sean cis heterosexuales– pueden colaborar con nuestro proyecto difundiéndolo. Para garantizar información de mayor calidad, necesitamos que la conteste la mayor cantidad de gente posible.
¿Quiénes lo organizan? ¿Cómo se articula el proyecto a nivel nacional?
H.H.R: Somos un grupo de más de 50 profesionales de todo el país, con grados diferentes de formación y también con trayectorias disciplinares diferentes. Somos sociólogues, politólogues, trabajadores sociales, antropológues, psicólogues, entre otras disciplinas. El proyecto tiene sede en el Centro de Estudios de Población, CENEP. Pero, además, debido a la pertenencia institucional de las personas que integran el grupo responsable, hay otras 5 universidades y centros de investigación involucrados. Al mismo tiempo, una parte importante de quienes somos parte del grupo formamos parte de CONICET, tanto como investigadores, becaries y personal de apoyo. Pero también contamos con la presencia de participantes del proyecto de otras universidades. ¡Somos una red grande! Y lo más lindo de todo es que estamos realmente trabajando a nivel federal. Estamos trabajando internodos, es decir, de manera transversal a los nodos que representan a cada región. Este es uno de los objetivos subyacentes del proyecto: conformar una red nacional de especialistas en temáticas de diversidad sexual y de género.
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Entre quienes lo organizan si bien hay mayoría de sociólogos/as, también hay politólogo/as, comunicólogos/as, antropólogos/as, filósofos/as, psicólogo/as y un profesor de inglés. ¿En qué sentido esta interdisciplinariedad sirve para reforzar el proyecto?
H.M: La interdisciplinariedad nos ofrece un hermoso desafío, ya que nos invita a revisar las premisas sobre las que construimos nuestros modos de observar y analizar el mundo, al mismo tiempo que nos lleva a ensayar diálogos y soluciones para esos problemas. Por ejemplo, gran parte de las discusiones sobre cuestiones de género y diversidad de los últimos años han contribuido a repensar categorías y criticar ciertas lógicas positivistas en torno a la pretensión de una ciencia “objetiva y universal”. Pero, al momento de plantear una encuesta, que necesita generar datos que permitan trazar comparaciones con otras encuestas, es necesario abandonar la “cruzada anti positivista” y tratar de hacer “corresponder” esas prácticas y experiencias en la lógica de variables y categorías, es decir, en cuadraditos que se pueden tildar en una encuesta. Por eso estamos muy contentos de haber logrado, no resolver las tensiones inherentes a estos procesos, pero sí avanzar hacia una solución pragmática que, sin desconocer las diferentes discusiones, nos permita avanzar hacia la concreción de este relevamiento. Al mismo tiempo, la interdisciplinariedad nos aporta una gran diversidad, que es precisamente una característica fundamental de la población con la que estamos trabajando.