Juan Federico von Zeschau: "Me interesan los personajes que están en los bordes"
El escritor y cientista político argentino conversó con Infonews sobre “La pájara”, novela ganadora del Premio Futurock 2023 que narra, con ritmo frenético, el derrotero de un joven empresario inmobiliario que debe reunir dos millones de dólares en una semana para comprar un campo y así vengar la memoria de sus padres.
La pájara, novela de Juan Federico von Zeschau que en noviembre último se quedó con la tercera edición del Premio Futurock (con un jurado compuesto por Agustina Bazterrica, Hinde Pomeraniec y Sergio Olguín), sigue los pasos de Gonzalo, un empresario inmobiliario al que parece sobrarle talento para los negocios turbios o, como se dice popularmente, "flojos de papeles". También podríamos decir que es un hombre de acción, ya que toma hábilmente las riendas de su trabajo sin considerar, siquiera, la posibilidad de reflexionar sobre lo que hace. En un mundo inmoral, Gonzalo tal vez es uno de sus mejores alumnos. Sin embargo, todo cambia cuando un día se entera de la venta de un campo vinculado con el pasado de su familia; más precisamente, con la compra de esas tierras Gonzalo augura una manera de vengar a sus padres. Desde ese momento, todo lo que escape a esa transacción, le será indiferente. Así, dará inicio a una carrera desquiciada para convertirse en el propietario de ese campo. Hace las cuentas y tiene que conseguir dos millones de dólares en una semana. Mientras va reuniendo el dinero, va sumando enemigos, abriendo paso así a la violencia.
Para saber más sobre La pájara, Infonews charló con su autor, Juan Federico von Zeschau.
Infonews: -¿Cómo encaraste la investigación del mundo inmobiliario y la especulación financiera para La pájara?
Juan Federico von Zeschau: -En la literatura te nutrís de los libros y de las experiencias personales. En mi caso, mayormente fue de una experiencia personal. Casi pisando los 30, entré a laburar en una inmobiliaria chica, familiar, estuve ahí por unos tres años. Y siempre me quedó la idea de que las inmobiliarias tienen una fachada legal, pero a la vez también pueden trampear al sistema. Obviamente, ecualicé la historia para La pájara, ahí ya entré en el campo de la ficción.
In: -¿Por qué llevaste la historia a la Costa Atlántica?
JFvZ: -Porque viví en Mar del Plata unos años y es un ámbito que conozco, y que a su vez no lo vi muy representado en la literatura. Me pareció interesante salir de Capital. Lo que me permitía también crear este pueblo, Las Mercedes, era trabajar en un espacio de frontera. O sea, literariamente me daba más libertad. Porque en ese espacio de frontera yo podía llevar al extremo la cuestión de los negocios de la inmobiliaria, podía armar a mis personajes también, podían estar todos calzados. En definitiva, porque podía meter personajes que son más atractivos, literariamente hablando; como el Mataperros, Yeni, Steinberg, etcétera. O sea, personajes que están en los bordes, que son los que a mí me interesan. Por eso tuve que crear este pueblo; era lo que me habilitaba para poder jugar en libertad.
In: -Me pasó algo extraño con los personajes de La pájara; no tuve empatía con ninguno, pero a la vez están tan bien construidos que terminé sintiendo como veraces todas sus acciones.
JFvZ: -Me alegra escuchar eso porque es lo que quise hacer. Quería tener personajes que no necesariamente te generaran empatía, pero sí que al verlos te hicieran acordar a alguien, que sean reconocibles. Que te lleven a un yuppie o a alguien que conociste en un pueblo. Si bien en algún punto los llevo a un extremo, son casi caricaturas, no hay dudas de que uno, en la vida, suele encontrarse con personas así.
In: -Entre las numerosas virtudes de la novela, creo que la más decisiva es que la tensión en la historia va in crescendo hasta volverse en un momento frenética. ¿Pensás lo mismo? Y si es así, ¿este aspecto lo fuiste puliendo concienzudamente o iba surgiendo casi naturalmente a medida que avanzabas con la historia?
JFvZ: -Es interesante lo que planteás. Los personajes los creé desde el principio. Con personajes como Steinberg, el Mataperros, el tesorero, Yeni, con esos personajes tan agresivos, tan vinculados a la violencia, la novela tenía que ir escalando. Esa era la idea, así que eso fue a priori. En cambio, el ritmo lo tuve que trabajar muchísimo. Porque una cosa es ese primer borrador donde tengo estos personajes que son tan marcados, y otra cosa es trabajar el ritmo, que si bien es algo que parece fluido, eso requirió mucho trabajo de artesanía. La novela en total me llevó siete años, obviamente dejándola por largos lapsos de tiempo, tal vez la abandoné por dos años. Pero cada vez que la agarraba, justamente lo que hacía era recortar, recortar y recortar para que tuviera esa intensidad. Para que uno, como lector, se sintiera en la carne del protagonista, Gonzalo, para que sintieras que las circunstancias te están llevando puesto. Las circunstancias van más rápido que lo que Gonzalo puede asimilar. Con esta novela hice mucho trabajo de edición.
In: -¿Ninguno de los personajes principales se sumó al final, entonces?
JFvZ: -No, ninguno, de hecho saqué algunos para que la novela gane en intensidad. O algunas de las acciones de estos personajes las fui recortando como para ir puliéndolos mucho más. Como que en dos párrafos se entienda quién es Steinberg; un empresario inmobiliario que canta boleros y que es el principal antagonista de Gonzalo. Que en dos o tres párrafos también se entendiera quién es López Iriarte. Un poco apelando a los monólogos explicativos de las películas de Tarantino. No tanto a la violencia, sino a esos monólogos o directamente diálogos como el de Perros de la calle, cuando hablan de Madonna en la mesa del restaurante. A mí me gustan mucho estos parlamentos porque más que hablar de Madonna, hablan de los propios personajes. Son personajes que pueden hablar de una boludez antes de una situación híper violenta. Esto lo tomé como recurso en la novela; lo tomé para parlamentos de Steinberg, también con López Iriarte cuando habla sobre la humildad y para un parlamento que me divirtió mucho escribirlo, que es de Juanfrán cuando habla de los divorcios, cuando dice que la corrupción en el mundo se debe en gran parte a haber permitido el divorcio. Obviamente, es una boludez lo que está diciendo, pero eso habla mucho de cómo comprende el mundo ese personaje, y esto es muy tarantinesco.
In: -Justamente, se puede decir que tu novela tiene una esencia cinematográfica; lo digo al pensar en el ritmo, la tensión, el protagonista yendo y viniendo entre la ciudad y Las Mercedes, cómo irrumpe la violencia...
JFvZ: -Yo escribí la novela de manera visual, la escribí como si se tratara de una película. Cuando yo la iba escribiendo, en mi cabeza no era una novela intimista, sino extremadamente visual, cinematográfica. De hecho, la trabajé de esa forma; guion, diálogo y acción. Y en la segunda mitad de la novela, es diálogo y acción, directamente. Nada más, no hay tiempo para la reflexión. Esa reflexión que estaba en la primera parte de la novela, los recuerdos familiares de Gonzalo, la relación con sus hermanos, con sus viejos, tal vez en la segunda parte también está, pero de manera más superficial, porque acá a lo que le doy más peso es a la acción.
In: -¿Qué leíste últimamente?
JFvZ: -Estoy terminado Dos veces junio, de Martín Kohan, que me parece excelente. Además, leí Las islas, de Carlos Gamerro, que no lo había leído y me parece una de las mejores novelas de los años 90, tremendo libro. También El caníbal, de Juan Terranova, que me gustó mucho, y Ladrilleros, de Selva Almada, que me pareció un libro notable.
In: -¿Actualmente estás escribiendo algo?
JFvZ: -Sí, estoy trabajando en una novela, recién la empiezo. También estoy escribiendo cuentos, algo que no solía hacer y con lo que ahora estoy muy metido. Mii intención sería en uno, dos o tres años, sacar un libro de cuentos.
In: -Sos largoplacista...
JFvZ: -Sí, creo que me salen mejores cosas cuando les doy su tiempo. Es una decisión personal, porque hablando con otros escritores, hay una imposición de producir como una máquina de fabricar chorizos, todo el tiempo tenés que sacar algo nuevo en un plazo de un año, dos años, y no me quiero subir a esa, porque a mí no me sirve, porque no me saldrían cosas que me parecerían que valdrían la pena. Yo necesito tiempo, necesito dejar el borrador descansando seis meses para retomarlo después. Y una vez que lo trabajo y edito, dejarlo reposar unos seis meses más. Ojo, eso no significa que sea mejor. Abelardo Castillo decía que te lleva el mismo tiempo escribir una buena novela que una mala. O sea que no necesariamente es mejor, pero yo necesito tiempo. También estoy viendo muchas novelas que las sacan del horno rápido, que si las hubieran dejado reposar tal vez serían grandes novelas. El mercado editorial y las redes un poco te empujan a producir.
In: -Ni bien ganaste el Premio Futurock Novela, ¿te empezaron a seducir desde otras editoriales?
JFvZ: -No, lo que me pasó fue que otros colegas escritores me dijeron “tenés que escribir ya otra novela", "tenés que publicar otra cosa”, o “tenés que escribir la segunda parte de esto”, como que está latente esa presión para escribir. Yo creo que las puertas de algunas editoriales están abiertas, pero no las toqué porque todavía no tengo nada concreto. Y no quiero que eso sea un factor de presión para escribir, no quiero caer en esa.
Matías Segreti: “La escritura no puede trabajar siempre con la certeza”